Reirse de Mahoma II
Estefanía está que se sale:
Hace algunas semanas salió una imagen estremecedora del Papa con un tricornio de la Guardia Civil. Expulsaron a un jesuita por defender el uso del preservativo en un libro. Se estrenó Munich, la fantástica película de Steven Spielberg, y los judíos se rasgaron las vestiduras como posesos, pero también los palestinos. Se celebró la Jornada Mundial contra la Ablación femenina mientras quemaban el concepto de Dinamarca en la distancia. En la final de la Superbowl han censurado dos canciones de los Stones. Me acordé de aquella vez en que Bush se ahogó con la galleta en el rancho de Tejas...
Para reírse de Mahoma, de cualquier Mahoma, hace falta tanta gracia como para reírse del incidente de la palomita y la Virgen María, o para reírse de ese extraño gorrito en forma de tortita del VIPS que llevan los obispos cristianos, los rabinos judíos y ¿algunos musulmanes?. Los daneses no tienen gracia para los musulmanes, y no la tienen tampoco para Roma, aunque al menos tienen el decoro de no manifestarlo -han tardado diez siglos para evolucionar hasta este punto.
Las religiones tienen un componente atávico que nada tiene que ver con la cultura y la espiritualidad, y mucho más con la política y los que mueven los hilos. En este caso, en el mundo islámico, tremendamente maleable. El sentido del humor no se pierde por ser pobre, ni por estar oprimido por un régimen autoritario. Y si no, que se lo pregunten a los cubanos, un pueblo que se ríe hasta de las comas y los acentos de su propia penitencia.
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